La rizosfera

Hay una zona alrededor de las raíces donde se genera una gran actividad microbiana, en la que encontramos microorganismos, nutrientes, sustancias orgánicas y agua. En esta zona se produce el intercambio de elementos entre las raíces y los microorganismos. Es la denominada “rizosfera”.

Para comprender mejor lo que ocurre en esa parte del suelo, hay que tener en cuenta que las raíces de las plantas se encargan principalmente de la fijación y absorción de los nutrientes, además de ser un órgano de almacenamiento y conducción. En las raíces jóvenes se desarrollan los llamados “pelos radicales”, que son esa especie de maraña de finas raíces, por donde la planta absorbe el agua y los minerales.

Por tanto, las raíces están en el suelo dispuestas a tomar el alimento que necesitan, así como agua y oxígeno. Este alimento debe presentarse en forma  asimilable, y son los microorganismos que hay en el suelo, las bacterias y los hongos, los que transforman la materia orgánica en elementos inorgánicos que puedan ser absorbidos por las raíces.

A cambio, las plantas exudan materia orgánica, que nutre a su vez a los microorganismos, de tal manera que todos salen beneficiados de esa relación.

En consecuencia, la salud de la planta depende en gran manera de la actividad microbiana del suelo: cuantos más microorganismos beneficiosos haya en el entorno de las raíces, más y mejor alimento tendrá la planta, y por tanto, se desarrollará sana y resistente a las plagas.

Y hablamos de microorganismos beneficiosos, porque no todos son buenos para las plantas. Por eso es importante que la población microbiana sea la adecuada, y que no proliferen microorganismos oportunistas que perjudiquen y causen desequilibrios que pueden provocar enfermedades.

Una rizosfera equilibrada será un suelo donde las raíces encuentren alimento asimilable, oxígeno, agua y con una gran biodiversidad de microorganismos beneficiosos. Si además, la planta está en una maceta, el control del suelo es aún más importante, porque las raíces viven en un lugar limitado por el recipiente, del cual no pueden salir a buscar alimento o agua. En cualquier caso, ya sea en maceta o tierra, que las plantas dispongan de un suelo rico en nutrientes, agua y de los microorganismos beneficiosos para su desarrollo, es clave para el éxito en su crecimiento y fructificación.

Podemos aportar al suelo materia orgánica, minerales y microrganismos para mejorar su calidad. Esto hará que las plantas cuenten con mejor alimento, se evitará la degradación del suelo, y también conseguiremos que el sustrato no se compacte. Todo esto se apreciará en el crecimiento de las plantas, en el verdor de sus hojas, en la producción de flores y en una mayor fructificación. Además, serán más resistentes a las plagas, ya que una planta débil se desgasta antes en su lucha contra depredadores y patógenos.  

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