Prevenir las plagas

Cuando empieza el calor, observamos que los insectos se multiplican por doquier. No sólo en casa aparecen las incómodas hormigas, moscas y mosquitos, sino que en nuestras plantas se observa la inoportuna visita de los insectos.

Todos los insectos tienen su función en la cadena alimentaria o cadena trófica, y por tanto, son importantes para la existencia de otros animales y también de los humanos. Por no hablar de las abejas y otros insectos polinizadores, los cuales son imprescindibles para conservar la biodiversidad del planeta.

Por eso, no podemos demonizar a todos los insectos, dado que es necesaria su existencia. El problema lo tenemos cuando se convierten en una plaga, y en ese caso se produce un desequilibrio, al haber un excesivo número de insectos alimentándose de nuestras plantas. Éstas se debilitan, ya sea porque los bichitos succionan la savia o porque penetran en los tejidos para alimentarse de hojas y tallos.

Hay distintas formas de minimizar el ataque de los insectos, y una de ellas es asegurarnos de que las plantas están fuertes y sanas. Como dice el refrán: “a perro flaco todo son pulgas”, y si nuestras plantas no están bien cuidadas, será más fácil que sean atacadas por insectos perjudiciales. Es una forma de prevenir los ataques, como ocurre también con las personas, si estamos bien alimentadas y llevamos una vida sana, nuestro sistema inmunitario es más resistente a las enfermedades.

Observarlas es también muy importante, porque podemos detectar la presencia de insectos cuando todavía no se han convertido en plaga (normalmente cuando hay hormigas en una planta, suele haber pulgones o cochinilla), y por tanto, su eliminación es mucho más sencilla que si los insectos han infectado toda la planta. Cuando hay poquitos bichos, se pueden usar métodos muy sencillos e inocuos, aunque a veces son también poco efectivos. Por ejemplo, usar un algodón empapado en alcohol de quemar o metílico, e ir limpiando las hojas y tallos. También regar la planta con la manguera a chorro, para que se despeguen los bichos. O pulverizarla con agua y un poco de jabón potásico.

Cuando la plaga está más extendida, hay que recurrir a fumigar con productos químicos anti-plagas, los cuales, hoy en día son cada vez menos agresivos con el medio ambiente y con los insectos polinizadores como las abejas.

Pero lo fundamental para que nuestras plantas resistan los ataques de los bichos, es mantenerlas sanas, y tener el jardín o huerto limpio de malas hierbas, aquellas que crecen de forma espontánea y descontrolada. Para que estén sanas y fuertes, el suelo es fundamental: un buen substrato, con abono orgánico y asegurando que hay vida microbiana, esto es, microorganismos beneficiosos en el entorno de las raíces. También es importante que el suelo no esté compactado, que haya microespacios para que las raíces respiren, así como regar de manera que la planta no sufra estrés hídrico, lo cual la puede debilitar y afectar a la producción de flores y frutos.

 

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