Una de las razones por las que tenemos plantas es para disfrutar de sus flores. Casi todas las plantas florecen, aunque a veces éstas son insignificantes, o de una duración mínima, como ocurre con los cactus.
Las Angiospermas son las plantas de flor. “Angiosperma” procede de las palabras griegas angeion, que significa “vasija”, y sperma que significa “semilla”.
Semilla implica supervivencia. Las plantas florecen para reproducirse, porque es la forma que tienen las plantas de resultar atractivas para los polinizadores, ya sea por su fragancia, el color de sus pétalos o el sabor de sus flores. Cuanto más irresistibles sean para los insectos o los pájaros, mayor garantía de éxito en la fecundación y así conseguir su supervivencia.
Las flores están formadas por sépalos, normalmente de color verde, que están situados por debajo de los pétalos, los cuales suelen ser de colores brillantes.
De la flor también forman parte los estambres, que en conjunto forman el androceo que significa “morada del hombre”. Son como unos bastoncitos con un polvillo amarillento que es el polen.
La parte femenina de la flor es el gineceo, que quiere decir “morada de la mujer”, y a menudo recibe el nombre de pistilo. Está situado en el centro de la flor, y compuesto generalmente por: ovario, estilo y estigma. El ovario contiene los óvulos, el estilo es como un tubo largo que une el ovario al estigma, y éste se sitúa en el extremo del pistilo, y es como una perilla pegajosa.
Mediante la polinización, el polen llega al estigma, y viaja a través del estilo hasta el ovario y fecunda el óvulo. Éste se transforma en semilla y, simultáneamente, el ovario “maduro” en el fruto.
De forma natural, cada planta tiene su ciclo de floración, aunque algunas pueden desarrollar flores durante meses, o al contrario, florecer una única vez al año, como en el caso de los cactus. Es por este motivo por el que las flores de los cactus son tan espectaculares: no se la pueden jugar, tienen que asegurarse de que van a ser completamente irresistibles para los polinizadores, y así poder asegurar su supervivencia.
Los productores de plantas saben cómo “forzar” la floración, y es por ello por lo que, por ejemplo, podemos comprar kalanchoes con flor en cualquier época del año, pero si tenemos estas plantas en casa, probablemente florecerán sólo una vez al año al final del invierno. En cualquier caso, la producción de flores requiere un gran desgaste para las plantas, de manera que, si queremos tener flores, deberemos tener las plantas bien nutridas para que éstas se desarrollen bien bonitas y en cantidad. Para ello, la presencia de fósforo (P) en el suelo es importante para la formación de flores y frutos.
Como en todo hay excepciones, y hay plantas aromáticas, como por ejemplo las lavandas, que prefieren un suelo pobre y muy rústico, para favorecer el aroma tan característico de sus flores. También ocurre en aromáticas como el perejil o la hierbabuena, que la producción de flores, y en consecuencia semillas, conduce al marchitamiento de la planta, ya que terminan su ciclo vital con la confianza de que las semillas germinarán y darán lugar a nuevas plantas.
Es también curioso el caso de los Ágaves o Pitas: florecen una sóla vez en su vida y luego mueren. Al alcanzar la madurez, lo cual ocurre cuando tienen más de 10 ó 30 años, generan un tallo muy largo que desarrolla unas flores. Después la planta se muere, aunque normalmente alrededor de ella suelen crecer retoños que seguirán el mismo ciclo vital.