Aportación de macronutrientes en primavera

La llegada de la primavera es un momento importante para nuestro jardín o terraza, ya que nuestras plantas, después de haber estado prácticamente paradas durante el invierno, reinician su actividad.

Para que las plantas puedan activarse necesitan alimento. El alimento de las plantas está formado por los nutrientes que hay en el suelo, los cuales, no sólo deben estar presentes, sino que deberán tener un formato capaz de ser asimilado por las raíces.

Se trata de los elementos químicos esenciales para un desarrollo normal de las plantas, para que puedan crecer, producir hojas, flores y frutos. Hay macronutrientes y micronutrientes (“oligoelementos”), los primeros son demandados en grandes cantidades, y los segundos se necesitan en muy poca cantidad. Entre los macronutrientes están el Nitrógeno (N), Fósforo (P) y Potasio (K), lo que comúnmente se denomina “N-P-K” en los fertilizantes o abonos que utilizamos.

Las raíces asimilan los elementos químicos en forma inorgánica. Para ello, es necesario que microorganismos, bacterias y hongos desintegren la materia orgánica, y liberen los nutrientes inorgánicos y así puedan estar a disposición de las plantas.

La aportación de macronutrientes al comienzo de la primavera nos asegurará un correcto crecimiento de la planta: 

  • El Nitrógeno (N) estimula su crecimiento. Favorece la síntesis de la clorofila (hojas más verdes) y la síntesis de aminoácidos y proteínas.
  • El Fósforo (P) estimula el crecimiento de la raíz. También participa en la fotosíntesis y la respiración. Favorece la formación de las semillas. Mejora la calidad de la fruta y hortalizas.
  • El Potasio (K) acentúa la vitalidad de la planta. Aporta resistencia a las enfermedades. Fortalece el tallo y la calidad de las semillas. Es importante en la formación de fruta. También se lo relaciona con el uso eficiente del agua.

Según el tipo de planta, el N-P-K necesario será diferente. Por ejemplo, el césped demanda una gran cantidad de nitrógeno durante la primavera. Los árboles frutales necesitan más nitrógeno y potasio que fósforo, para favorecer el desarrollo de ramas y hojas, así como la fructificación. Es decir, la demanda de nutrientes de cada tipo de planta es distinta, por ello deberíamos fertilizarlas con un abono apropiado, que asegure esos elementos en las proporciones requeridas para un crecimiento normal.

Ni que decir tiene, que las raíces juegan un papel fundamental. Unas raíces sanas serán capaces de asimilar los nutrientes del suelo. Para que las raíces trabajen de forma adecuada, debemos cuidar de que el suelo sea rico en materia orgánica, microorganismos, bacterias y hongos. Además, es importante que las raíces puedan respirar, por lo que es conveniente que la tierra no esté compactada, sino que esté suelta y aireada. Y también que haya un correcto drenaje, para que al regar o cuando llueva, el agua no quede estancada y ahogue las raíces.

A medida que la planta vaya despertando del invierno, irá demandando nutrientes inorgánicos y desarrollando las raíces por las cuales asimilarlos, y así transformarlos en la savia bruta que en el proceso de la fotosíntesis, será convertida en materia orgánica con la que “fabricar” tallos, hojas, flores y los posteriores frutos.

Gama Activación

Microorganismos que desintegran la materia orgánica, y liberan los nutrientes inorgánicos y así puedan estar a disposición de las plantas.